Hace 2 días estuvimos estudiando en clase los sentidos y la falta de sentidos y en un ejercicio había un ejemplo de un restaurante en Berlin en el cual cenas totalmente a oscuras y eres atendido por gente invidente.

No he podido ir aún y creo que tendré que esperar un tiempo (económicamente hablando) pero estoy deseando de pasar una experiencia como esa. Investigando por internet, todas las críticas son positivas. Algo totalmente diferente a una cena normal.

Por supuesto está pensado para que por un momento nos pongamos en la piel de una persona que no goza de el sentido de la vista y poder valorar lo valioso y necesario que es en nuestra sociedad, pero junto a eso me imagino una cena así para una primera cita (o de las primeras) en la que realmente puedas conocer a una persona desde su interior sin usar una fachada a la que mirar o una morfología a la que hablar (o hasta juzgar) Con tanta invasión de estereotipos e imagen llenas de vacío, nos hemos autocreado un pequeño muro, el cual muchas veces no somos capaces de saltar, asomarnos por uno de sus ladrillos rotos, preguntarnos qué hay detrás de él o por supuesto derribarlo. A lo mejor el mundo está al revés y todos deberíamos de ser invidentes y el que pueda ver que sea el ‘minusválido’ y tenga que sufrir por tener ese sentido y sufrir en sus carnes la superficialidad…

Hoy ha sido el último día de clase y lo hemos ‘celebrado’ con una tarta… Pero esa tarta no ha sido idea nuestra, sino el regalo por el segundo puesto en el concurso ‘Fotowettbewerb’ (sinceramente tenia que haber ganado! hehehe):

A la hora del descanso se han presentado en la clase 3 chicas siniestramente vestidas, las cuales nos han obligado a votar uno de sus modelazos a cambio de una tarta deliciosamente mortífera…

Junto a la tarta nos han entregado un ‘diploma’ por la participación en el concurso y nos han obligado a capturar nuestras almas con esta foto:

La semana siguiente comenzaré el próximo nivel y espero que pueda ser con la misma profesora de este último curso, Kirsten. Sin darme cuenta se me ha pasado volado el mes y me ha resultado muy gratificante tenerla como profesora. Además de todo lo que hemos aprendido ha creado siempre un ambiente de estudio muy relajado y cercano. Eso es de agradecer y valorar. En ningún momento hemos sentido miedo o pudor a hablar y equivocarnos. Me parece una persona muy didáctica, ágil y actual a la hora de enseñar.

Gracias kirsten y espero verte el lunes en el B1(1) y a todo el equipo DetuschAkademie por llevar siempre una sonrisa en la cara!
Ah! El resultado del dia:

El pasado sábado se cambió oficialmente la hora por lo cual tenemos una hora menos de luz.

Esto es algo a lo que creo que me va a costar acostumbrarme. Ahora mismo cuando son las 5 y media pasadas ya ha caído el sol y se adentra la noche y seguirá disminuyendo su franja horaria de iluminación natural hasta llegar a diciembre cuando probablemente pasadas las 3 del mediodía sea ya de noche.

Yo vengo del sur de España y la luz es muy diferente allí y encontrarme de lleno con este cambio resulta chocante y un poco duro. La luz del sol es algo que te cambia el estado de ánimo y parece que no le gusta mucho Berlin al sol. Una pena porque si tuviera un poco mas de luz y buen tiempo sería perfecta, aunque quizás por eso no lo tenga.

Sí resulta muy cautivador poder disfrutar de una puesta de sol como la que muestro en la foto, la cual disfruté con una buena y relajante música de fondo. No se si será de vuestro gusto pero a mi me resulto muy fascinante. Se trata de „iamamiwhoami“ una artista musico-performance que da un paso mas en su música y no se limita a producir discos, sino a crear una pieza completa conformada por musica, video y performance. A mi me dejó un tiempo anodadao cuando la descubrí. Para cada momento hay una música y a veces sientes que es eso lo que tienes que estar escuchando para lo que estás obsevando. Sea con esta o con otra música, (o sin música) hay que disfrutar de un momento como ese.

http://www.youtube.com/watch?v=FwYkO9DlBsI

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No puedo negar que siento una cierta especial debilidad por edificios y espacios abandonados y/o decadentes.

Hará como 10 años empecé a estudiar fotografía artística en Córdoba. Por supuesto empecé con cámaras analógicas, la primera de 35 mm hasta que tuve un magnifico regalo de una cámara de medio formato la cual captó grandes imágenes que han quedado grabadas en acetato y alguna que otra ampliada a gran tamaño. Me apasionaba perderme solo por sitios abandonados e ir minuciosamente descubriendo sus rincones y detalles mas peculiares.

Esa pasión no se ha esfumado aún y me paraliza observar un lugar de esas características. Llevaba ya unos meses con ganas de adentrarme en algún espacio abandonado por Berlin y el pasado viernes lo hice. Estuve investigando y encontré por internet un lugar no muy lejos para poderme desplazar en mi bici, la antigua embajada de Irak. Cámara (esta vez digital…), trípode, algo de comida y un puñado de nervios en la mochila me dispuse a adentrarme en el susodicho espacio.

Lo primero que hice fue comprobar que estuviera solo en el lugar. Tras recorrer las 3 plantas lo confirmé y me dispuse a empezar a buscar la belleza entre maquinas de escribir destruidas, sillones roídos, neveras vacías, miles de documentos esparcidos por el suelo, y una capa considerable de polvo con historia que ha ido creciendo desde que en 1991 fuera abandonado.

Todo iba relajado hasta que en el momento que me iba a disponer a bajar a la segunda planta justo cuando me encontraba junto a la escalera… En ese momento escuché un ruido seco que provenía de la primera planta. Me quedé quieto unos segundos en el sitios y tras unos minutos volvió a sonar el golpe. Al no escuchar ninguna voz ni mas ruidos me asomé por el hueco de la escalera (foto) y vi pasar una sombra en la primera planta pero sin ningún ruido mas. En ese momento tenia el corazón que se me iba a salir de la adrenalina. Tras quedarme inmóvil pensando que esa sombra pertenecería a una persona que al igual que yo se había adentrado en el lugar (en busca de algo?…) Me decidí a bajar hasta la primera planta para ver quien había. Tras verificar que la segunda planta seguía vacía, bajé a la primera (con las piernas temblando) sin saber quién y con qué intenciones me podría encontrar… No había nadie… Puede sonar a historia inventada pero si mi corazón pudiera hablar os podría contar el buen susto que se llevó. Así que no lo dudé ni un segundo mas y me fui del lugar.

Yo no creo en algo mas que lo que pueda ver y sentir, pero esta vez vi una sombra y escuché esos 2 golpes secos. Lo que si me queda claro es que la próxima vez (porque aún me quedan 2 plantas que fotografiar) no será solo…

Ya en mi primera vez que visité Berlin, me tuve que parar la primera vez que me topé con una de estas expendedoras de golosinas. Me pareció tan gracioso y entrañable que… no pude contenerme…

Tiene la altura perfecta para ser observado por una mirada infantil, pero por unos segundos, poder volver a retomar esa pequeña altura resulta simpático. Te puedes topar con una de estas pequeñas expendedoras de glucosa en el sitio mas inesperado, a la vuelta de una calle sin apenas circulación, perdida entre las ramas de un árbol que la camufla para él solo o en la última parada de cualquier linea de tranvía. Parecen estar puestas a consciencia en esos puntos peculiares.

Algo que en España no te lo puedes encontrar y mucho menos pedir que se respete.

Un pequeño majar al alcance de todos aunque sea buscando un momento en el que no mire nadie a tu alrededor y como un niño travieso introduzcas una moneda para obtener el deseado y dulce premio.

Como dice un refrán: ¿A quien le amarga un dulce?