¿Quién no ha tenido de pequeño un profesor que nos amargaba la existencia porque nos tenía manía? Ese profesor o profesora que hacía que las sábanas se te pegaran más de la cuenta, para tratar de no tener que soportar tal martirio…
Pues bien, cuando creces y la escuela se convierte en algo no obligatorio, te das cuenta de la importancia del profesor en la motivación y el aprendizaje del alumno.
Un buen profesor es aquel capaz de motivar a su alumno de tal modo, que este día tras día se levante con ganas de ir a clase, y se pregunte qué nuevo aprenderá… Porque al fin y al cabo, cualquier profesor te va a enseñar cosas (evidentemente siempre y cuando el alumno ponga de su parte). Pero será el buen profesor el que hará que aprendas esas cosas casi sin esfuerzo. El que sabrá motivarte para seguir en el empeño de conseguir tu objetivo.
Espero que todos aquellos profesores que lean esto, se detengan un segundo a pensar en cómo les trataban cuando eran alumnos y en si saben motivar a sus estudiantes. Seguro que así, todo sería más fácil… ¡Nos leemos!